Buenas noders,
Hoy os vengo a contar el testigo que dejó Caro de Sekaiza. Sabemos que el glorioso caudillo Caro se dejó la vida combatiendo al invasor romano, pero claro... Después de la apabullante victoria celtíbera a orillas del río Iber (Ebro) donde Caro comandó a las fuerzas de resistencia celtíbera y humilló a las todopoderosas legiones romanas, recordad 1/5 romanos cayeron por su mando, Caro alentó a sus tropas a perseguir al enemigo para acabar con él. Cayeron 6000, pero si Nobilior no hubiese sacrificado a su caballería de équites en una carga suicida para proteger la retirada romana, hubiesen caído más, donde Caro perdió la vida al ir en vanguardia junto a sus hermanos en el empujón final para masacrar a sus enemigos. Pero un ejemplo de resiliencia y honor, los celtíberos encontraron en Ambón y Leucón a sus nuevos adalides que por la gloria de sus falcatas harían pagar cara la osadía de las legiones romanas que se encontraban frente a sus puertas.
Se atisbaban en el horizonte, estoicos al amargo amanecer que alumbraba el nuevo día, 30.000 nuevos soldados traídos de Roma para sofocar la revuelta celtíbera.
Pero los invasores no estaban solos. El rey númida Masinisa, hincó la rodilla frente a Roma... malditos cobardes del norte África... dicho rey envió a los romanos su arma más letal.
Los heroicos defensores celtíberos se resguardaron tras los muros de Numancia, ya que los Belos y Titos forjaron alianza con los Arévacos para evitar la conquista y se prepararon para defender el Castro Inmortal, NUMANCIA.
Los hombres estaban dispuestos, la contienda era inevitable. Los romanos atacaron el castro, pero los defensores se impusieron heroicamente a los invasores. Alentados los celtíberos por sus generales, sus dioses y su tierra, combatieron a sangre y fuego frente a los romanos.
Pero los Romanos tenían aún su as bajo la manga. En una carga frenética soltaron su arma más letal, aquel arma que el cobarde Rey Masinina les había dado.
En un estruendoso rugido los elefantes romanos cargaron contra la posición celtíbera. Éstos descargaron una lluvia de flechas contra aquellas bestias que solo corrían en una dirección, Numancia.
Las flechas parecían rebotar en la tosca y dura piel de esas bestias, no había nada que pareciese parar la carga de semejante maquinaria bélica.
Pero... JA... no contaban con la astucia y la precisión de los honderos celtíberos, reconocidos en todo el viejo mundo. Una mezcla de fuego y proyectiles llovió hacia las bestias, las cuales desbocadas huyeron en desbandada arrasando a sus propios aliados. Las legiones cayeron por su propia fuerza. Los elefantes cargaron contra las tropas romanas, las cuales desconcertadas por el giro que había tomado la contienda, rompieron la formación y huyeron hasta donde sus pies alcanzaron.
Los elefantes clavaron sus colmillos en los legionarios que encontraban en su estampida, eso los que tuvieron la suerte de no morir bajo sus pisadas.
Los Celtíberos salieron a la carga y masacraron lo poco que los elefantes dejaron a su paso.
Hoy os vengo a contar el testigo que dejó Caro de Sekaiza. Sabemos que el glorioso caudillo Caro se dejó la vida combatiendo al invasor romano, pero claro... Después de la apabullante victoria celtíbera a orillas del río Iber (Ebro) donde Caro comandó a las fuerzas de resistencia celtíbera y humilló a las todopoderosas legiones romanas, recordad 1/5 romanos cayeron por su mando, Caro alentó a sus tropas a perseguir al enemigo para acabar con él. Cayeron 6000, pero si Nobilior no hubiese sacrificado a su caballería de équites en una carga suicida para proteger la retirada romana, hubiesen caído más, donde Caro perdió la vida al ir en vanguardia junto a sus hermanos en el empujón final para masacrar a sus enemigos. Pero un ejemplo de resiliencia y honor, los celtíberos encontraron en Ambón y Leucón a sus nuevos adalides que por la gloria de sus falcatas harían pagar cara la osadía de las legiones romanas que se encontraban frente a sus puertas.
Se atisbaban en el horizonte, estoicos al amargo amanecer que alumbraba el nuevo día, 30.000 nuevos soldados traídos de Roma para sofocar la revuelta celtíbera.
Pero los invasores no estaban solos. El rey númida Masinisa, hincó la rodilla frente a Roma... malditos cobardes del norte África... dicho rey envió a los romanos su arma más letal.
Los heroicos defensores celtíberos se resguardaron tras los muros de Numancia, ya que los Belos y Titos forjaron alianza con los Arévacos para evitar la conquista y se prepararon para defender el Castro Inmortal, NUMANCIA.
Los hombres estaban dispuestos, la contienda era inevitable. Los romanos atacaron el castro, pero los defensores se impusieron heroicamente a los invasores. Alentados los celtíberos por sus generales, sus dioses y su tierra, combatieron a sangre y fuego frente a los romanos.
Pero los Romanos tenían aún su as bajo la manga. En una carga frenética soltaron su arma más letal, aquel arma que el cobarde Rey Masinina les había dado.
En un estruendoso rugido los elefantes romanos cargaron contra la posición celtíbera. Éstos descargaron una lluvia de flechas contra aquellas bestias que solo corrían en una dirección, Numancia.
Las flechas parecían rebotar en la tosca y dura piel de esas bestias, no había nada que pareciese parar la carga de semejante maquinaria bélica.
Pero... JA... no contaban con la astucia y la precisión de los honderos celtíberos, reconocidos en todo el viejo mundo. Una mezcla de fuego y proyectiles llovió hacia las bestias, las cuales desbocadas huyeron en desbandada arrasando a sus propios aliados. Las legiones cayeron por su propia fuerza. Los elefantes cargaron contra las tropas romanas, las cuales desconcertadas por el giro que había tomado la contienda, rompieron la formación y huyeron hasta donde sus pies alcanzaron.
Los elefantes clavaron sus colmillos en los legionarios que encontraban en su estampida, eso los que tuvieron la suerte de no morir bajo sus pisadas.
Los Celtíberos salieron a la carga y masacraron lo poco que los elefantes dejaron a su paso.
Por la gloria de Ambón y Leucón, Numancia se había salvado.
Si Roma quería nuestra bella tierra, debería regarla con su sangre como tributo y pago por ella.
Gloria a nuestros antepasados que con sus épicas gestas forjaron el carácter aguerrido de nuestro pueblo, gloria a ESPAÑA, gloria al Castro Inmortal, gloria a Numancia.
