COTIZALIA Golpe al dividendo: un tercio del Ibex pagará menos en 2022 que antes de la crisis


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La principal fortaleza del Ibex se tambalea. La crisis del coronavirus amenaza con asestar un golpe para nada pasajero a la política de dividendos de las cotizadas españolas.
Los anuncios se han ido amontonando en las últimas semanas: Inditex, Amadeus, Santander, BBVA, IAG, Arcelor... Las necesidades extraordinarias de liquidez generadas por el parón económico ocasionado por la pandemia han forzado a un creciente número de compañías a dar el paso de aplazar, recortar o suspender los pagos a sus accionistas. Así, hoy, el mercado descuenta que más de la mitad de las empresas del Ibex abonarán en 2020 unos dividendos inferiores a los del ejercicio anterior, reduciendo el nivel de dividendos por acción a sus niveles más bajos desde 2004, según los registros de Bloomberg.

No se trata, ni mucho menos, de una tendencia exclusiva del mercado español. En Europa, alrededor de un tercio de las 600 compañías que conforman el Stoxx 600 ha anunciado medidas similares. Fiat y Peugeot, Shell, Equinor o BT son algunos de los últimos nombres en unirse a una larga lista de compañías de los más diversos sectores que han optado por dejar de lado las reservas tradicionales y recortar la retribución al accionista —una medida que habitualmente se ha considerado una muestra de debilidad— en aras de la preservación de capital para hacer frente a los enormes retos generados por la crisis. En total, unos 130.000 millones de euros en pagos al accionista se han difuminado por la situación económica.

Casi un tercio de las empresas del Stoxx 600 ha anunciado recortes de sus dividendos, por un valor total de alrededor de 130.000 M de euros

Y también en Wall Street los recortes de dividendos han alcanzado niveles inéditos, hasta el punto de que solo este año las cotizadas estadounidenses han anunciado más que en la década previa. Los analistas de Janus Henderson calculan que en 2020 los dividendos globales se situarán entre un 15 y un 35% por debajo de los del año anterior, lo que supondrá un recorte de entre 213.000 y 490.000 millones de dólares (entre 187.800 y 445.800 millones de euros)

Sin embargo, en pocos mercados como el español se espera que este golpe a la remuneración del accionista deje unas secuelas tan duraderas. Porque, según los cálculos de los analistas, el Ibex llegará a 2022 sin haber alcanzado los niveles de dividendos previos a la crisis. Ese año se realizarán, según las estimaciones recopiladas por Bloomberg, pagos más de un 5% inferiores a los del ejercicio 2019. Para ese ejercicio se prevé que los grandes índices europeos habrán elevado sus dividendos entre un 25 y un 6%, respecto a las cifras previas a la crisis.


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Lógicamente, estas estimaciones se encuentran sometidas a una elevada incertidumbre sobre la evolución de la crisis del coronavirus y sus efectos a largo plazo sobre los negocios de las distintas compañías cotizadas. Pero son el reflejo de cómo el mercado parece haber asumido que las compañías del Ibex sufrirán, en términos generales, un daño más profundo, que limitará su capacidad para repartir ganancias entre sus accionistas.

Estos negativos augurios están claramente relacionados con los motivos que han hecho del Ibex el peor entre los grandes índices mundiales desde el inicio de la crisis: la percepción de que el golpe económico será más severo en España; la fuerte vinculación a Latinoamérica, una de las regiones que se teme que pueda salir más damnificada por la pandemia; y la composición sectorial del mercado español. Janus Henderson señala que frente a la mayor resistencia de los dividendos de tecnológicas, compañías de salud, alimentación y consumo básico, los pagos de la banca, el consumo discrecional y las actividades más ligadas al ciclo económico se manifestarán más vulnerables.

Este último es un factor fundamental en la perspectiva de los dividendos en el mercado español. Los analistas calculan que serán, al menos, once las compañías del Ibex que en 2022 pagarán menos que en 2019. De ellas, cuatro serán bancos y entre estos se encuentran las dos entidades más grandes: Santander y BBVA, que se espera que se sitúen ese año más de un 26% por debajo de los niveles precrisis y que aún en 2023 no los hayan recuperado. Los dividendos de Bankia y Bankinter correrían una suerte similar, según estas estimaciones.


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En el sector financiero se aúnan las débiles expectativas para el negocio que se derivan de la coyuntura económica actual —que hace presagiar un aumento de los impagos y una prolongación de las políticas de tipos bajos— con la creciente presión regulatoria para mantener los dividendos acotados mientras el sector está recibiendo inyecciones masivas de liquidez por parte de los bancos centrales.

Tampoco son positivos los pronósticos para los pagos de las compañías vinculadas al turismo, uno de los sectores llamados a sufrir uno de los golpes más severos y duraderos a consecuencia del coronavirus. Aena, Amadeus, IAG y Meliá también se cuentan entre los grupos de los que el mercado descuenta que en 2022 aún repartirán entre sus inversores unas cantidades inferiores a las de antes de la crisis. A este grupo se añadirían también Acerinox, ACS, penalizada entre otras cuestiones por las peores perspectivas para el negocio de autopistas de su filial Abertis, y Endesa, cuyo recorte estaría más vinculado a cuestiones específicas sobre la madurez de sus activos que a los efectos del coronavirus.

Precisamente, el caso de Endesa representa una excepción dentro del sector eléctrico, que vuelve a erigirse en el refugio más sólido para los cazadores de dividendos. Frente a la tendencia general, compañías como Enagás, Iberdrola, Naturgy o Red Eléctrica exhiben la suficiente fortaleza financiera como para que el mercado aún aguarde que seguirán elevando año tras año su retribución, hasta situarla en 2022 entre un 7 y un 25% por encima de las referencias de 2019.

El sector eléctrico se vuelve a erigir como el refugio más sólido para los cazadores de dividendos, con pagos que crecerán hasta un 25%

Otras compañías con negocios en expansión, como es el caso de Cellnex y Grifols, se muestran también entre las mejor preparadas para capear la tormenta financiera sin dejar de entregar a sus inversores unos dividendos crecientes.

La de los dividendos ha sido siempre una materia de controversia entre los expertos, ya que muchos consideran más beneficioso que las empresas aprovechen sus recursos para generar nuevas oportunidades de crecimiento y no para gratificar a sus accionistas. Sin embargo, no cabe duda de que para muchos inversores representan una parte esencial de sus decisiones de inversión; no en vano, la lógica última de adquirir acciones de una compañía no deja de ser la de tomar parte de sus beneficios.

Además, en un entorno de bajos tipos de interés, que ha conducido las rentabilidades de la deuda pública global a cotas históricamente bajas —en muchos casos, negativas—, estos pagos han sido asumidos por un buen número de inversores, principalmente aquellos con un perfil más conservador, como un sustitutivo de esos rendimientos periódicos que solían generar los bonos o los depósitos.


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"De los 35.000 millones en dividendos que iban a ser pagados, más de 27.000 millones (75%) han sido retenidos totalmente en los balances, y eso es un resultado muy importante"


Teniendo en cuenta esto, no parece nada extraño que varios análisis hayan detectado que, desde el inicio de la crisis, las compañías que han anunciado recortes de dividendos han tenido una evolución sobre el parqué bastante inferior a la media del mercado, a pesar de que, en términos generales, los analistas han dado el visto bueno a estas políticas de prudencia en materia de preservación de caja.

El temor a esos efectos también explica que los grupos con mayor músculo financiero hayan tratado de evitar un recorte a sus dividendos. Así, de los veinte mayores grupos de la región de EMEA (Europa, Oriente Medio y África), tan solo tres han adoptado medidas en este sentido.

En el caso del Ibex, la remuneración al accionista se ha exhibido de forma histórica como uno de sus grandes atractivos, con unas rentabilidades por dividendo habitualmente entre las mayores de las grandes bolsas mundiales. En un índice que a día de hoy cotiza en los mismos niveles que en 1997, estos pagos han supuesto la única vía efectiva de revalorización, cercana al 200% en ese periodo.

Sin embargo, el golpe del coronavirus amenaza con poner en cuestión también esa última fortaleza de la bolsa española, obligando a los inversores a ser mucho más selectivos y cuidadosos al basar sus decisiones de inversión en los dividendos. Porque si algo ha demostrado esta crisis es que estos tampoco son sagrados. Y mucho menos en la bolsa española.

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