ABC Llega la herramienta de rastreo de contagios por Covid-19 de Apple y Google: tiene el respaldo de veinte países


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Tras varias semanas de intenso desarrollo, Apple y Google han puesto en movimiento su herramienta de rastreo por Covid-19 con la que las autoridades sanitarias podrán crear sus propias aplicaciones de detección de infectados. La primera versión pública de la herramienta estará disponible de manera oficial desde este miércoles para los desarrolladores de aplicaciones después de la fase de pruebas de las últimas semanas. F unciona de manera anónima y requiere del consentimiento del usuario. Está disponible para las autoridades de salud, tanto en iOS como en Android, a través de una actualización pública. La actualización de iOS 13.5 se empezará a desplegar este miércoles. Una vez realizadas las pruebas de este sistema de alertas de contactos que hayan dado positivo, se va a incorporar de manera estandarizada a los distintos sistemas operativos, que en conjunto suman el 95% del parque de teléfonos móviles del mundo. Hasta ahora, un total de 22 países ya han solicitado y recibido acceso a la API (software de creación de servicios digitales) y se espera que se unan más en las próximas semanas, aseguraron fuentes de ambas compañías en una comparecencia telefónica a la que asistió ABC. Con esta herramienta, los países podrán diseñar sus propias aplicaciones para «trackear» a estos contactos. Es decir, estas notificaciones de exposición son alertas que las personas pueden recibir en sus teléfonos para saber si han estado expuestos a alguien que ha realizado la prueba positivo o es muy probable que tenga Covid-19. España, por el momento, y aunque ha evaluado sus posibilidades, no ha confirmado si desarrollará finalmente una herramienta para uso nacional. La vicepresidenta económica del Gobierno, Nadia Calviño, ha adelantado en el Congreso que trabaja con el gobierno de Canarias en una herramienta «interoperable» y «respetuosa con la privacidad» para apoyar a la red sanitaria en la prevención de contagios, aunque no ha aclarado si se trata del mismo proyecto. Fuentes de ambas compañías han insistido en que esta tecnología «es un complemento» y «no un sustituto del rastreo de contactos tradicional». El servicio funcionará a través del sistema inalámbrico Bluetooth del «smartphone». Se ha prescindido del sistema de geolocalización, que puede presentar dudas en privacidad, y que sin embargo otras soluciones internacionales como China sí que han decidido incorporar. Su funcionamiento es simple: un código de identificación anonimizado (no permitirá conocer datos personales de los usuarios) de generación aleatoria (cada dos semanas, lo que dura la cuarentena) se podrá intercambiar cuando dos móviles se crucen por ejemplo por la calle. De esta forma, si una persona ha reportado a través de la «app» que presenta síntomas de coronavirus o ha dado positivo en las pruebas avisará a la persona con la que ha estado en su entorno, con lo que así tendrá motivos para cerciorarse si se ha contagiado haciéndose, posteriormente, un test o acudiendo a su servicio de atención primaria antes incluso de que presente síntomas. La información, han insistido desde las firmas tecnológicas, no se compartirá con empresas de terceros. Enfoque en privacidad y ajustes por las autoridades La seguridad y privacidad ha sido uno de los aspectos en los que más esfuerzos han depositado. Apple y Google dejarán, además, la posibilidad de que las propias autoridades establezcan sus propio parámetros. La API permitirá que las autoridades de salud pública definan desde cuándo se produce una exposición, la cantidad de momentos de exposición que un individuo ha tenido, el riesgo de transmisión del caso inicial en su definición de lo que es un momento de exposición y los datos que los usuarios elijan «introducir voluntariamente» en la aplicación para permitir a servicios sanitarios contactar a los usuarios afectados. Otro aspecto destacado es que los metadatos -datos internos de los propios servicios- recabados estarán también cifrados para dificultar que una persona ajena pueda identificar a un usuario. Medidas digitales valoradas por muchos países La «vacuna» digital contra el Sars-CoV 2 puede estar en un dispositivo que llevan en el bolsillo millones de personas: el teléfono móvil. Aunque no es la única medida para reducir la propagación de la enfermedad como se ha evidenciado durante la pandemia, los distintos proyectos desarrollados buscan una estandarización. Una consecuencia de esta cruzada ha sido la proliferación de iniciativas que aprovechan unas tecnologías u otras y que, sin embargo, no ha tenido el efecto esperado en algunos territorios. Occidente, entre dos propuestas de rastreos Muchos países del mundo han puesto en marcha medidas tecnológicas para domar al coronavirus. Pese a todo, algunas de las herramientas utilizadas han despertado el fantasma de la vigilancia ciudadana. Pretextos para espiar a los usuarios o soluciones útiles, la propuesta de ambas multinacionales se centra en la trazabilidad de los usuarios con síntomas. La mayoría de países de la Unión Europea se han decantado por la vía Bluetooth. Israel, Singapur o China han sido las regiones con la postura más agresiva, conociendo los movimientos de sus ciudadanos. Alemania y Australia, por ejemplo, planean lanzar aplicaciones de rastreo de contactos que realicen la misma función básica, es decir, que los usuarios que hayan dado positivo por Covid-19 informen de manera anónima a todos los que entran en su entorno cercano de un riesgo de infección. Ambas aplicaciones usan Bluetooth y no rastrean el GPS o datos de ubicación. Aunque el planteamiento es similar, no así sus «tripas» internas. La propuesta australiana, ya disponible, almacena datos personales de los usuarios en un servidor central, propiedad del gobierno australiano y gestionado por Amazon Web Services. Las autoridades de salud pueden, aunque el gobierno del país ha prometido eliminar la información cuando acabe la pandemia. Alemania, sin embargo, ha optado por un enfoque descentralizado (la información se reparte en varios puntos), que está basada en el protocolo DP-3T, ya adoptado por países como Austria, y que ha servido de inspiración para los gigantes de la tecnología. Ambas han prohibido el acceso a la geolocalización si finalmente se opta por su idea.

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