Atland fue un mago que habitó en el Monte Perdido de los Pirineos. Múltiples leyendas y diferentes versiones del folclore aragonés lo describen como un hechicero que vivía en las cumbres, custidio de un castillo que separaba el mundo de los hombres del "mundo del misterio". Estatuas de fieras cobraban vida para proteger sus muros, hechos de los más bellos metales preciados. En otras versiones era un ser temible, mas en todas ellas fue un ser enigmático y mágico.