ABC Ahora vemos caras


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Hasta ahora, los perjuicios económicos derivados de la pandemia eran cifras, abstractas y frías. Ahora empiezan a tener caras y ojos, como las caras y los ojos de los trabajadores de Nissan o de Alcoa. La cosa cambia mucho. No es lo mismo leer que el déficit público se irá por encima del 10% - una eventualidad que a la inmensa mayoría de la geste le trae al pairo -, que te diga tu hermano que ha perdido su trabajo, o tu primo que ha entrado en un ERTE. A partir de ahora seguiremos hablando de cifras destrozadas, pero empezaremos a ver a personas afectadas. El anuncio del abandono de Nissan es un asunto muy complejo. Resulta abusivo achacarlo al procés o a la falta de capacidad de la Generalitat o del Gobierno y también lo es cargar sobre la ministra de Transformación Energética con la responsabilidad de su salida. Pero también nos equivocamos si llegamos a la conclusión que todas esas cosas no influyen negativamente. A la hora de decidir sus ubicaciones productivas, los cálculos de las multinacionales se hacen en términos tan fríos como asépticos. Allí se manejan costes, eficiencias, mercados y cuotas. Luego hay tres elementos importantes, aunque menos tangibles, como son el ambiente laboral, la cercanía de la administración y la receptividad social del entorno. Si no queremos equivocarnos y si pretendemos taponar esta sangría, que no ha hecho más que comenzar debemos analizar bien como nos encontramos en estos tres capítulos. El ambiente laboral español carece de flexibilidad y tiene un exceso de enfrentamiento, aunque es bien cierto que en el sector del automóvil se han llegado a acuerdos que han permitido mantener producciones. La cercanía de la administración se produce cuando llegan las empresas, pero se olvida enseguida. Las grandes empresas siempre están olvidadas a la hora de distribuir dádivas y penalizadas a la hora de apretar en la fiscalidad. ¿Por qué? Ni idea, el hecho de que contraten más, paguen mejores salarios e irradien una mayor actividad no consideramos que sea algo a premiar. Y en el ambiente social, tenemos de todo, pero tenemos muchas más quejas que alabanzas. Hacemos mal

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