COTIZALIA ¿Cuánto vale curarse del covid? Vuelve el debate sobre el precio de los fármacos


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No hace tanto, las farmacéuticas eran respetadas. Pero los altos precios de fármacos y la crisis de los opioides en Estados Unidos hicieron que se convirtieran en el sector más odiado. Los candidatos presidenciales demócratas ya han prometido poner freno a los precios, algo que también tiene en mente Donald Trump.
El covid-19 le ha dado una oportunidad a las farmacéuticas para redimirse. Están dedicando recursos a posibles tratamientos y vacunas, con toda la economía pendiente de si tienen éxito en la tarea.

Cuando Moderna informó que las primeras pruebas de su posible vacuna tenían resultados positivos el pasado lunes, el Dow Jones Industrial Average repuntó un 4%. Las buenas perspectivas del antiviral remdesivir de Gilead tuvieron efectos similares tres semanas antes.


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Las farmacéuticas saben que el mundo está mirando. "Vamos a concentrar mucha atención pública sobre cualquier decisión empresarial y de precios que tomemos y que afecte al remdesivir", explicaba Gilead en una nota. La compañía ha prometido donar su primer lote y permitirá a países más pobres fabricar un genérico. Johnson & Johnson ha asegurado que venderá su vacuna, ahora en pruebas, a precio de coste. El CEO de Moderna también ha explicado que "no queremos maximizar los beneficios" de su eventual vacuna.

Esa estrategia puede ser una buena inversión en el bien común, pero no es un modelo de negocio sostenible: a largo plazo, las empresas tendrán que cobrar para poder sufragar los costes del desarrollo de los fármacos, incluidos aquellos que sean un fracaso. La gran pregunta es sí el coronavirus servirá para justificar al público y a los políticos las bondades del sistema actual, en el que las farmacéuticas pueden cobrar lo que quieran.

"Ahora mismo hay muchos científicos tratando de resolver este problema porque es lo que hay que hacer. Pero yo no pondría todos los huevos en la cesta del altruismo. Tenemos que hacer que todas las empresas que puedan solucionar el problema intenten hacerlo por razones morales y financieras", explica Craig Garthwaite, economista especializado en el sector sanitario de la Escuela de Negocios Kellogg en la Universidad Northwestern, que está en contra de regular los precios.


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La tentación de los beneficios puede no ser la gran motivación para encontrar un tratamiento. Pero sí explica por qué en el sector tienen los recursos, la experiencia y la tecnología como para meterse de lleno en la pelea contra el virus.

Estudios empíricos muestran que las expectativas de conseguir rentabilidad son las que impulsan las innovaciones farmacéuticas. Además, Estados Unidos paga cantidades más altas por los mismos medicamentos, generando el 70% de los beneficios del sector en las economías desarrolladas, según el Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca. EEUU también es responsable del 44% de la investigación y desarrollo y del 60% de las patentes de alto valor, según un estudio del año 2015.

Gilead suele recibir muchas críticas por el alto precio de sus medicamentos para la hepatitis C, Sovaldi y Harvoni. Pero la perspectiva de grandes réditos es clave para el desarrollo de todas las investigaciones de las empresas privadas. Gilead ya intentó usar el remdesivir para tratar la hepatitis C y luego para el ébola.


Oficinas de Gilead, en California. (Reuters)
Oficinas de Gilead, en California. (Reuters)

Moderna, que fue fundada en 2010, todavía no ha puesto en el mercado ninguna vacuna ni tratamiento, pero ha levantado 5.000 millones de inversores que confían en que su tecnología, basada en utilizar las células del cuerpo para fabricar moléculas especiales, acabe dando muchos beneficios.

El argumento de que la capacidad de vender el producto a altos precios ha ayudado a preparar a la industria para la batalla contra el covid no es totalmente válido. Hay muchas organizaciones que no están enfocadas en la rentabilidad y en el valor bursátil y que también tratan de hallar la cura, como la Universidad de Oxford, cuya investigación está avanzada. Las enfermedades e infecciones atraen poca inversión, ya que suelen provocar más daño en países pobres. La financiación pública es clave para el desarrollo y producción de estas curas. El Instituto de Salud Nacional ayudó a Moderna, mientras que Johnson & Johnson, Sanofi y AstraZeneca reciben dinero del Gobierno para sufragar la investigación.

Mientras que existe cierto consenso en que el mercado privado incentiva la innovación, "la gran pregunta es si todo lo que llega al mercado vale el precio que pagamos", explica Patricia Danzon, profesora de gestión sanitaria en la Escuela Wharton de la Universidad de Pennsylvania, y experta en el mercado farmacéutico.


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Danzon explica que la hidroxicloroquina, un medicamento genérico contra la malaria, ha generado mucho interés por su eventual capacidad contra el covid-19.

El Instituto para la Revisión Clínica y Económica, que establece la recomendación de los precios con base en su efectividad, dice que el valor de remdesivir es de 10 dólares por un tratamiento de 10 días si tenemos en cuenta su coste de producción, pero de 4.500 dólares si se analiza solo su contribución a la salud y a la esperanza de vida.

Peter Kolchinsky, virólogo y socio de RA Capital Management, firma especializada en la inversión en compañías científicas, considera que esas métricas no son capaces de captar la contribución de un fármaco. Por ejemplo, Actemra, un medicamento para la artritis reumatoide fabricado por Roche Holding, se está probando para tratar la 'tormenta de citoquinas', una reacción del sistema inmune en pacientes del covid-19. "Nadie dijo que haya que incentivar ese fármaco porque puede ser útil contra el coronavirus. Fue una sorpresa", dice. Si la hidroxicloroquina es efectiva contra el covid-19 será un beneficio más dentro de la relación coste-efectividad en su desarrollo.

Kolchinsky describe el sistema actual de fijación de precios como una póliza de seguros. De igual forma que la demanda de automóviles ayudaba a cubrir los costes de fabricar tanques y bombas en las mismas fábricas en tiempos de guerra, dice, "la voluntad de EEUU de pagar por fármacos creados por esta vibrante industria ha impulsado el desarrollo de nuevas herramientas que nos han servido para estar bien armadas para responder a este repentino golpe que ha supuesto la pandemia".

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