ABC El clan de los trileros al más puro estilo goebbeliano


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EN estos tiempos de absoluta demagogia en un país -España-, gestionado por un líder que trata de conseguir o mantenerse en el poder el mayor tiempo posible a través de prácticas más bien nada ortodoxas para el común del resto de sus conciudadanos, rebusco en la historia más reciente actitudes similares que me hagan, o al menos me ayuden a entender, su continuo, tradicional ya, y recalcitrante postureo. No tardo mucho, y encuentro a un «perverso» y variopinto personaje que apadrina varias de las frases mas célebres que explican con detalle la estrategia de comunicación -sobre todo, con «su» pueblo- que parece seguir, punto por punto, el actual jefe del Ejecutivo español. Eso sí salvando las distancias con tan terrible periodo histórico al que me refiero -gracias a Dios y por el momento-, una estrategia sustentada en habituales y cadentes apariciones públicas, con mensajes propagandísticos y de adoctrinamiento, propia de gobiernos nada democráticos, ni precisamente de cariz progresista, y que abandera, entre otras lindezas, el uso y abuso de una de las armas arrojadizas más determinantes para la victoria frente al adversario: la mentira. Hablo de Joseph Goebbels , ministro de propaganda del gobierno de Alemania del Tercer Reich, por lo que se le hace responsable de la presentación de una imagen favorable del régimen hitleriano ante los alemanes. Aquí quedan algunas de sus frases que me encuentro y que hoy recobran más actualidad que nunca: -«Hay que cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan». -«Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad». -«Miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá». -«No nos habría sido posible conquistar el poder o utilizarlo como lo hemos hecho sin la radio (hoy en día equivaldría a la TV y Redes Sociales). La radio es el intermediario más influyente e importante entre un movimiento espiritual y la nación, entre la idea y el pueblo». -«Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar». Pues... esto está empezando ya peligrosamente a tornarse en la nueva normalidad. Días y comparecencias marmotianas. Ayer mismo, hasta seis veces repitió la misma respuesta el presidente Pedro Sánchez, en la que es hasta el momento su última y ya tradicional homilía sabatina -semana tras semana, todas ellas repletas de una retahíla de mentiras encadenadas vergonzosas y cansinas-, sobre el pacto con Bildu (innecesario, por cierto, toda vez que tenía el apoyo ya de Ciudadanos y, después, del PNV) del PSOE y Podemos (o sea el Gobierno) para ampliar el estado de alarma. A cambio, eso sí, de la promesa de derogar de forma total la reforma laboral. Y las seis veces respondió que la culpa es del PP por no apoyar precisamente esa quinta prórroga que mantiene la prohibición de uno de los principales derechos fundamentales más preciados en toda democracia: la libertad de movimiento de los ciudadanos. SEIS VECES dio la misma respuesta. Seis mentiras, aunque sea la misma. Y van... Pero es que no solo Sánchez ha culpado al PP de no apoyar las continuas prórrogas de este eterno confinamiento -además, de culparles de todo aquello que se le ocurre, a él y a su tropa, si tiene consecuencias negativas que intensifican la crisis-, esta misma semana también lo hicieron la portavoz del Gobierno María Jesús Montero y el diputado socialista Rafael Simancas. Una mentira que, para tapar ese «obligado» y vomitivo pacto, repetida mil veces, desean fervientemente convertirla en verdad. Pero NO, no lo es. No se dejen embaucar. Estrategia propagandística, bajo el yugo de mentiras repetidas hasta la saciedad, que está aquí para quedarse. Al menos, buscan el presidente y su socio podemita de Gobierno, año y medio más. Con las elecciones en el punto de mira. Cuando ya no haya más remedio que hacer reformas estructurales obligadas desde Bruselas. El dinero prestado se devuelve. La forma de hacerlo, ya se verá. Y quién lo hará, también. Mientras tanto con mucho ruido de fondo, siempre desviando la atención y la culpa hacia el adversario. Incluso haciendo creer al personal que existen desaveniencias dentro de la coalición PSOE-Podemos al frente del país. ¡Nada más lejos de la realidad! El buen rollo y entendimiento que hay entre Sánchez e Iglesias sigue en vigor. Tal para cual. Trileros profesionales apoyados en medidas de corte megasocial, como la aprobación ya mismo del ingreso mínimo vital, derogación de la reforma laboral -¡del PP encima-, prohibición de despidos, ayudas a los más desfavorecidos -que nunca llegan por cierto-, subida de impuestos, a los ricos eso sí... Toda una burbuja onírica que alimenta la alianza socialcomunista que tiene fecha de caducidad bajo cálculo político. Lo desmentirán. Claro, pero es así. «Más vale una mentira que no pueda ser desmentida que una verdad inverosímil». Por cierto, también de Goebbels

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