Entra un hombre en la consulta el doctor y le dice:
- Doctor, verá, tengo un problema: no se me levanta ni pa Dios.
- Bueno... Compre estas pastillas y tomese UNA CADA MAÑANA.
- De acuerdo, gracias, Doctor.
El hombre compra las pastillas, llega a su casa, se baja los pantalones, se sienta en la cama y se toma una pastilla, pero pasan cinco minutos y su miembro no ha reaccionado. A punto de llorar, el tío se toma todo el frasco de pastillas de un trago, y entonces su miembro crece hasta límites insospechados. Entonces sale todo contento de la habitación, busca a su mujer y hacen el amor salvajemente. Pero el hombre sigue teniendo hambre de sexo y el efecto de las pastillas no se ha pasado, así que, medio poseído, viola a su hija, a su hijo, a la vecina que había ido a por perejil e incluso a sus suegros. Cuando se le pasa el efecto, el hombre reflexiona sobre lo que ha hecho y, sintiendose culpable, vuelve a la consulta del doctor.
- Doctor, esas pastillas que me dio... me han convertido en un monstruo. Ahora rara vez se me calma el miembro, he abusado de toda mi familia...
- ¿Cuántas pastillas se ha tomado? - Como una no me hizo efecto, me tomé el frasco entero de un trago...
- ¡Pero que bestia es usted! Bueno, cuando llegue a casa, métala dentro de un líquido a baja temperatura y se le pasará. ¡Y ahora lárguese de aquí! El hombre llega a casa y abre la nevera, pero lo único que encuentra es un cartón de leche, así que mete el pene dentro y respira por fin aliviado. En ese momento, su suegra entra en la cocina y, contemplando la escena horrorizada, grita a su hija:
- ¡María, haz las maletas, que este hijo de puta la está cargando!