Sucedió ayer. Me tomó por sorpresa la intensidad de mi último encuentro.
Esta vez había quedado con un hombre maduro, de unos 55 años con el cual no tenía demasiadas expectativas. En la plataforma de encuentros que utilizaba había leído en "opiniones" que él sólo buscaba una mamada y que su pene era de una forma extraña.
En todo caso, allí estaba al pie de su departamento, en el medio de un día laboral. Me recibió un hombre delgado, de buena apariencia. Se destacaba su mirada rapaz y cabello entrecano. Elaboramos una conversación casual, mientras subíamos por el ascensor. Todo era muy cordial, discreto y casual. Me hizo pasar a una vivienda amplia, ordenada, pero decorada muy a la antigua. Claramente allí debían de residir personas mayores. Me dijo "es la casa de mis padres, que están fuera".
Nos sentamos en el living, con tranquilidad, y le pregunté que le gustaba hacer. "Un poco de todo" me dijo. No tenía idea a lo que se refería, hasta un rato después. Vaya que lo sabría
Sin mucho preámbulo, pasamos a un dormitorio, donde deshibidamente me comencé a desvestir. Y allí terminó la conversación amable y casual: Se abalanzó sobre mí, empezó a desnudarme y comerme los pezones con un apetito feroz. Me arrancó algún quejido. Me dí la vuelta, ofreciéndole mi espalda. Me empezó a puertear el culo con un pene muy erecto. A la vez me besaba el cuello, magullaba con ambas manos mis pezones que no tardaron en ponerse duros y erectos. Luego metió mano a mi culo, empujando pantalón y slip hacia abajo, mientras el también se desvestía. Al verme desnudo exclamó que le encantaba mi culo. Se desnudó por completo, se acostó boca arriba en la cama, invitándome a mamarlo.
Me acosté a su lado, y me encontré con un rabo de buenas dimensiones, con la increíble particularidad que formaba erecto, un medio circulo hacia arriba. Empecé a comerlo, buscando descapullarlo y embriagarlo. No se quedó quieto y mientras yo lo comía, hecho mano a mi culo, mi pene y todo mi cuerpo. Pude sentir como lentamente abría mi hoyo con sus dedos humedecidos con saliva, la sensación era increíble y plancentera.
Lo mamé largo rato. Quería que disfrutara mucho y no se olvidara facilmente de mí. No sabía si todo resultaría en una acabada rápida en mi boca. Sin embargo, para mi gran alegría me empujó boca abajo haciéndome levantar el culo. Se puso de pie, me arrimó al borde de la cama, mojó mi entrada con saliva, y comenzó una lenta penetración. Allí comprendí la magia de ese pene curvo, que entraba abriéndome con esfuerzo, y una vez dentro golpeaba mi próstata con fulgor. A su vez, el maduro no se contentaba con ello, y mientras me tenía insertado, me propiciaba una paja terrible. Empezó a penetrarme con fueza, y con velocidad. Se aferraba a mi culo con fuerza, a mis caderas, a mi carne. Lo toleraba con esfuerzo y gran placer
Luego de follarme en cuatro un buen rato, me giró como un muñeco de trapo, colocó mis piernas sobre sus hombros, y me clavó más profundo. Me follaba con fuerza, y clavaba sus manos en mis cachetes que pegaba de vez en cuando azotes. A su vez, esa posición le permitió pajearme a sus anchas. Yo moría de gusto, y no podía creer ser follado con tanta vehemencia por ese desconocido.
Súbitamente paró la estocada y me arrastró fuera de la cama. "Quiero que te veas en el espejo cuando te penetro" y me llevó al pasillo frente a un gran espejo. Allí me insertó, manteniendo firme mi cabeza frente al espejo, asegurándose que viera. Yo a su vez le veía el rostro de sometedor, ardiente macho penetrando y humillando a su presa. El espejo devolvía una imagen terriblemente erótica: Yo semi plegado, siendo clavado por el culo por un maduro atractivo, y con cada estocada mi pene bamboleándose entre mis piernas, soltando gotas de precum...
Luego retornamos a la cama, y nuevamente me poseyó frente a frente, mordiendo pezones, pajeando mi miembro y clavándome la mirada... No me pude contener más y acabé en un mar de semen que se derramó entre nuestros pechos.
Me ordenó que me lavara, y a mi regreso me dijo "ahora te toca a ti", poniéndome de rodillas a comerle la pija curva que se clavaba en mi garganta. Lo mamé a su satisfacción hasta que me dijo” quiero volver a darte por el culo". Ahora parados al borde de la cama, yo afirmado al colchón me cogió largamente, Tenía un aguante de campeonato. Y había vuelto a pajearme, yo ya nuevamente erecto.
Pasaron los minutos, varias posiciones más, hasta que me hizo arrodillar nuevamente, para que tragara su leche al acabar. Sin embargo, se pajeó sobre mi rostro, soltando profusa leche, que mojó mi barbilla, pecho y brazos. Me maravillé al ver el chorro de esperam translúcido saltar sobre mí
Me dijo que le encantaba mi culo, y que quería hacerme ahora su pasatiempo fijo. Nos despedimos con un beso apasionado y salado.
Esta vez había quedado con un hombre maduro, de unos 55 años con el cual no tenía demasiadas expectativas. En la plataforma de encuentros que utilizaba había leído en "opiniones" que él sólo buscaba una mamada y que su pene era de una forma extraña.
En todo caso, allí estaba al pie de su departamento, en el medio de un día laboral. Me recibió un hombre delgado, de buena apariencia. Se destacaba su mirada rapaz y cabello entrecano. Elaboramos una conversación casual, mientras subíamos por el ascensor. Todo era muy cordial, discreto y casual. Me hizo pasar a una vivienda amplia, ordenada, pero decorada muy a la antigua. Claramente allí debían de residir personas mayores. Me dijo "es la casa de mis padres, que están fuera".
Nos sentamos en el living, con tranquilidad, y le pregunté que le gustaba hacer. "Un poco de todo" me dijo. No tenía idea a lo que se refería, hasta un rato después. Vaya que lo sabría
Sin mucho preámbulo, pasamos a un dormitorio, donde deshibidamente me comencé a desvestir. Y allí terminó la conversación amable y casual: Se abalanzó sobre mí, empezó a desnudarme y comerme los pezones con un apetito feroz. Me arrancó algún quejido. Me dí la vuelta, ofreciéndole mi espalda. Me empezó a puertear el culo con un pene muy erecto. A la vez me besaba el cuello, magullaba con ambas manos mis pezones que no tardaron en ponerse duros y erectos. Luego metió mano a mi culo, empujando pantalón y slip hacia abajo, mientras el también se desvestía. Al verme desnudo exclamó que le encantaba mi culo. Se desnudó por completo, se acostó boca arriba en la cama, invitándome a mamarlo.
Me acosté a su lado, y me encontré con un rabo de buenas dimensiones, con la increíble particularidad que formaba erecto, un medio circulo hacia arriba. Empecé a comerlo, buscando descapullarlo y embriagarlo. No se quedó quieto y mientras yo lo comía, hecho mano a mi culo, mi pene y todo mi cuerpo. Pude sentir como lentamente abría mi hoyo con sus dedos humedecidos con saliva, la sensación era increíble y plancentera.
Lo mamé largo rato. Quería que disfrutara mucho y no se olvidara facilmente de mí. No sabía si todo resultaría en una acabada rápida en mi boca. Sin embargo, para mi gran alegría me empujó boca abajo haciéndome levantar el culo. Se puso de pie, me arrimó al borde de la cama, mojó mi entrada con saliva, y comenzó una lenta penetración. Allí comprendí la magia de ese pene curvo, que entraba abriéndome con esfuerzo, y una vez dentro golpeaba mi próstata con fulgor. A su vez, el maduro no se contentaba con ello, y mientras me tenía insertado, me propiciaba una paja terrible. Empezó a penetrarme con fueza, y con velocidad. Se aferraba a mi culo con fuerza, a mis caderas, a mi carne. Lo toleraba con esfuerzo y gran placer
Luego de follarme en cuatro un buen rato, me giró como un muñeco de trapo, colocó mis piernas sobre sus hombros, y me clavó más profundo. Me follaba con fuerza, y clavaba sus manos en mis cachetes que pegaba de vez en cuando azotes. A su vez, esa posición le permitió pajearme a sus anchas. Yo moría de gusto, y no podía creer ser follado con tanta vehemencia por ese desconocido.
Súbitamente paró la estocada y me arrastró fuera de la cama. "Quiero que te veas en el espejo cuando te penetro" y me llevó al pasillo frente a un gran espejo. Allí me insertó, manteniendo firme mi cabeza frente al espejo, asegurándose que viera. Yo a su vez le veía el rostro de sometedor, ardiente macho penetrando y humillando a su presa. El espejo devolvía una imagen terriblemente erótica: Yo semi plegado, siendo clavado por el culo por un maduro atractivo, y con cada estocada mi pene bamboleándose entre mis piernas, soltando gotas de precum...
Luego retornamos a la cama, y nuevamente me poseyó frente a frente, mordiendo pezones, pajeando mi miembro y clavándome la mirada... No me pude contener más y acabé en un mar de semen que se derramó entre nuestros pechos.
Me ordenó que me lavara, y a mi regreso me dijo "ahora te toca a ti", poniéndome de rodillas a comerle la pija curva que se clavaba en mi garganta. Lo mamé a su satisfacción hasta que me dijo” quiero volver a darte por el culo". Ahora parados al borde de la cama, yo afirmado al colchón me cogió largamente, Tenía un aguante de campeonato. Y había vuelto a pajearme, yo ya nuevamente erecto.
Pasaron los minutos, varias posiciones más, hasta que me hizo arrodillar nuevamente, para que tragara su leche al acabar. Sin embargo, se pajeó sobre mi rostro, soltando profusa leche, que mojó mi barbilla, pecho y brazos. Me maravillé al ver el chorro de esperam translúcido saltar sobre mí
Me dijo que le encantaba mi culo, y que quería hacerme ahora su pasatiempo fijo. Nos despedimos con un beso apasionado y salado.