ABC Nadia o nadie


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El miércoles por la noche Pedro Sánchez elevó el esperpento a la máxima categoría del arte de la política. En tan solo tres horas consiguió humillar a Ciudadanos, herir al PNV, despreciar a sindicatos y empresarios, desairar a las instituciones europeas, ningunear a la Comisión de Reconstrucción, contradecirse una vez más al pactar con Bildu ¿Se acuerda de aquello tan bonito de «Nunca pactaré con Bildu, ¿Cuántas veces quiere que se lo repita?», olvidarse de su líder en el País Vasco a quien los cachorros de Bildu sabotearon su casa y todo ello sin necesidad parlamentaria alguna. Tanto lío para terminar modificando en tres horas el acuerdo firmado con los separatistas, a través de una nota aclaratoria, justo el único texto emitido durante la pandemia que se entendía estupendamente. Cristalino que diría Pablo Iglesias. La terrible secuencia suscitó el rechazo de los partidos, el enfado de los agentes sociales y el asombro de los ciudadanos. Menos mal que ayer, la portavoz María Jesús Montero y el propio Rafael Simancas lo aclararon todo de verdad: La culpa es ¡acabáramos! del PP y de Vox que no ofrecieron sus votos con la mansedumbre obligada. Si hubieran empezado por ahí... lo hubiésemos entendido desde el principio. Pero todo eso es la manifestación de un gobierno desnortado, con mala relación con la verdad y con pésima relación con el sentido común. Pero además, habría que fijarse en el fondo del asunto. ¿Quién es la mente brillante, en qué cabeza gubernamental ha germinado la genial idea de que es necesario pactar, nada menos que ¡con Bildu! el esquema de relaciones laborales de toda España? ¿Alguien en el PSOE le ve algún sentido? El primer problema del país en el ámbito económico es el empleo ya que se va a destruir en unidades de millón. ¿Podemos confiar en el trío Lastra, Echenique y Aizpurúa para solucionarlo? ¿Cuántos empleos de calidad y con salarios elevados crearán en el futuro entre los tres? Pues los mismos que han creado en el pasado. Es decir, ni uno. Ellos saben bien lo que deben hacer los empresarios, esos seres por definición egoístas, insolidarios y defraudadores que nadan en la abundancia de sus injustos beneficios. Lo malo es que nunca dan ejemplo. Si esto no lo arregla Nadia no lo arregla nadie.

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