Todo empezó en una fiesta, de esas que no esperás que te cambien la vida. Conocí a Sam y, entre risas y tragos, la cosa se puso intensa. Terminamos en mi casa, dejándonos llevar completamente. Sam gemía tanto que alguien del edificio llamó a las fuerzas especiales, pensando que algo raro pasaba. Cuando llegaron, no sabíamos si reír o morir de la vergüenza, pero al final logramos aclarar las cosas.
Unas semanas después, Sam me escribe y me pide que hablemos. Me suelta, con toda la seriedad del mundo, que está embarazade. Ahí sentí que el suelo se me movía. No sabía qué decir, solo que no estaba preparade para algo así. Le dije que no quería saber nada, que esto no era lo que esperaba ni lo que quería en mi vida. Sam se quedó mirándome, con una tristeza que me partió en dos, pero no pude dar marcha atrás.
Unas semanas después, Sam me escribe y me pide que hablemos. Me suelta, con toda la seriedad del mundo, que está embarazade. Ahí sentí que el suelo se me movía. No sabía qué decir, solo que no estaba preparade para algo así. Le dije que no quería saber nada, que esto no era lo que esperaba ni lo que quería en mi vida. Sam se quedó mirándome, con una tristeza que me partió en dos, pero no pude dar marcha atrás.